Homenaje a los abuelos

Hace ya varias semanas que le doy vueltas a la idea de escribir un post dedicado a los abuelos, y hoy por fin me he decidido. Se lo merecen. No han tenido bastante con criarnos a nosotros, los que hoy somos papás y mamás, sino que ahora también se tienen que ocupar de los nietos. ¡Y qué tranquilidad nos dan a las madres!

Ahora sobre todo en vacaciones nos echan una mano que no veas. ¿No os ocurre igual a vosotros? Me fascina lo dispuestos que siempre están para ayudar, hasta el punto que dejan en un segundo plano sus tareas, sus aficiones, sus trabajos, para quedarse con nuestros hijos. Es que no tienen precio.

Es curioso cómo cambian las perspectivas. Antes pasaba para mí desapercibido si el niño iba con sus papás o con los abuelos por la calle. Ahora no dejo pasar ni uno. Y creedme, son muchos los abuelos que cuidan a sus nietos a diario. Y no sólo ahora en vacaciones. Durante el curso, son muchos los que veo recoger a los niños a las puertas del cole, o de la guarde.

A mí particularmente me encanta que mis hijos tengan el máximo contacto posible con sus abuelos. Por mi propia experiencia, los momentos que pasas con tus abuelos no se olvidan en la vida. Es una relación muy, muy especial, nada que ver con las que puedas vivir durante tu infancia o las que te esperan en la vida. Recuerdo como si fuera ahora mismo cuando mi abuelo nos iba a recoger a mi hermana y a mí al cole. Siempre le sacábamos alguna chuche, y mi abuelo encantado nos la compraba, no sin antes advertirnos de que «a mamá, ni mú». La relación con mi abuela, sin embargo, fue más intensa cuando ya fui algo más mayor. Ella me dejó grabados en mi biografía sus ganas de luchar a pesar de los obstáculos que te pone la vida, su fortaleza, y sus ganas de reír y contar chistes aun en los momentos más críticos. Os quiero, ángeles.

Quiero que mis hijos cuando sean mayores sientan lo mismo que yo cuando hablen de sus abuelos. Afortunadamente disfrutan de sus dos abuelos y sus dos abuelas, magníficos todos. Me agrada oír a Santi, a sus casi cuatro añitos, hablar como habla de sus abuelos, querer estar a todas horas con ellos, y alegrarse cuando se entera de que «vienen los abuelos». Javier es pequeño aún, pero patalea como un loco cuando los ve.

Estaría horas y horas escribiendo sobre estos seres maravillosos, pero tampoco es plan. Acabaríais aburriéndoos como una ostra. Creo que con estas palabras ya me he sacado la espinita que tenía clavada.

Aquí os dejo un maravilloso poema escrito por Ana Calso Fernández, blogger de ‘A través de la infancia’.

¿Y vosotros? ¿Qué tenéis que contar de los abuelos?

Besos a todos.